viernes, 17 de julio de 2009



Por Verónica Basurto G.

David y Alejandro Celorio Rodríguez de 7 y 4 años respectivamente son solo algunos de los niños que aún se les pueden ver en tiraderos de basura a cielo abierto, como el de Tultitlán, Estado de México. En lo que hoy sería su último día de trabajo, levantan el pet, botellas de plástico que meten una a una en grandes costales ganando 40 centavos por cada uno de ellos.

Entre mas de 60 personas que han dedicado su vida a pepenar para poder sobrevivir, estos dos pequeños hermanos que viven en una casa de madera cercana al tiradero municipal, han estado llorando por que no podrán seguir percibiendo diariamente dinero que utilizaban para comprar una torta para la hora del recreo.

David, el mayor nos cuenta que “juntaba semanalmente hasta 20 pesos y eso lo utilizaba para comprar cosas de la escuela y mi torta de jamón, pero como ya no nos van a dejar trabajar pues entonces ya no podré ir a la escuela”.

De tras de él está su madre quien replica “Yo no se como le va hacer, si él no trabaja no puedo ayudarlo, a ver como se las arregla”.

Los manchados rostros de ambos hermanos es notorio, la falta de alimento ha dejado huella. David nos cuenta que le gustaría ser doctor y Alejandro dice que será maestro.

A lo lejos observan el toneladas de desechos que forman un cerro y a un costado de éste el humo camiones viejos y algunos nuevos tipo Tórton que entran hasta ese sitio para descargar kilos de basura en la que según los hermanos Velorio fueron atropellados otros pequeños niños que al caminar entre montones de desechos no se veían y eran aplastados fácilmente, motivo por el cual se les restringió la entrada para continuar trabajando. El relleno sanitario con una antigüedad de aproximadamente 15 años se convertirá pronto en un relleno sanitario debido a que es un foco de infección importante para los municipios conurbados de la zona norte.

Los padres de diversos niños que laboraron hasta hoy en el tiradero municipal, saben que ya no habrá otras generaciones que los sigan en una labor que realizaron ellos desde que eran menores de edad, aún cuando la Constitución Política así lo prohíbe.

Los hermanos Celorio Rodríguez muestran una actitud de preocupación, a su corta edad. Ningún gesto, nada de sonrisas. Ellos acarician uno de sus perros, uno de tantos que camina entre la povadera y los lixiviados que escurren formando un pequeño río en el que se observan muñecos y pelotas con los que juegan.

Hasta el momento ni el muicipio de Tultitlán ni el Gobierno del Edomex tienen programas sociales para ayudar a éste sector de la población inconstitucionalmente desprotegido y aún cuando se estima que en esta entidad hay 3 mil niños en esta circunstancia según cifras de la Procuraduría Ambiental del Estado de México.


1 comentarios:

Anónimo dijo...

Me agradó recorrer esa página, noticias serias alternan con otras más ligeras, un blog realista pero optimista, bien escrito y comprometido.
Esperando más noticias...
Ann